Luego busqué la película. Tarde meses en encontrarla, hasta que apareció. La bajé y esperé a verla con mi polola. La escena de entrada lo dice todo. Surge un tren y una despedida, como si se tratara de una lacrimógena película de los años cincuenta. De fondo una música suave, típicamente argentina, o lo que es igual, vistosamente italiana, que recuerda a Cinema Paradiso, y por lo tanto a Morricone barriendo nota a nota, al ruido de los vagones y los rieles pisoteados. Y la película es eso, un tren o un viaje, que va y viene despejando dudas para poner otras nuevas, hasta que de pronto, se cierra la puerta o la ventana , y todo termina con esa música que hay que interpretarla con una instrucción de uso que ha quedado al otro lado de la puerta.
No puedo decir más de esta joya: hay que verla.
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