domingo, 28 de diciembre de 2008

Piedras Negras (fragmento)


Piedras Negras no existe. Eso me dicen en el Instituto Cartográfico. Una voz agria y medio muerta lo dice, de modo que me permito la licencia de dudar y vuelvo a preguntar. Nuevamente, ya casi al límite de sus fuerzas, esa voz me responde que no existe ningún poblado o pueblo o ciudad o comuna o en definitiva, accidente topográfico, de tan oscuro nombre. Le cuento que he pasado por ahí, le hablo de los niños perdidos entre la niebla y de sus amagues jugando a la pelota, le hablo del Restaurante al lado de la carretera, le hablo de las cruces y las animitas de yeso y a la vez de sangre que vi montadas sobre una estela de casas derruidas. Y le hablo de la niebla y empleo sinuosos sinónimos para evitar que en la mente de esa voz que me escucha o que probablemente finge escucharme al otro lado del teléfono, me tome por alguna especie de maniaco depresivo en busca de su paraíso perdido. Bruma, neblina, e incluso garuga en Piedras Negras. Frente a mis antecedentes, la voz –siento no poder precisar el origen ni el género de esa voz- responde que le estoy tomando el pelo y que si mi evidente preocupación por esa “ciudadela imaginaria” era urgente, pues que entonces escarbase entre las novelas francesas que retratan los sitios de Paris durante la revolución francesa. Allí había Niebla dice la voz, allí si que puede encontrar a Piedras Negras. Y claro, también todo lo que usted quiera, dice la voz.

martes, 16 de diciembre de 2008

Los extravíos de la Libertad



"Fue como una película" parece haber desplazado el modo como los sobrevivientes de una catástrofe solían expresar su nula asimilación a corto plazo de lo que acababan de sufrir: "fue como un sueño." Susan Sontag



















En este relato, Renato, el protagonista, está acodado sobre una almohada de su cama sin hacer nada. Escucha a Radiohead (eso es importante, tanto que si no fuera por ello, no habría nada; ni historia ni personajes desencajados) y al paso que va el reloj, él terminará escuchando Radiohead todo el día, todo lo que le queda de día. Ahora, digamos que escucha Bullet Proof, pero lo cierto es que podría ser Nice Dream o The bends. ¿En qué piensa Renato? Primero piensa en la cultura, brevemente por cierto. Luego piensa en la sociedad y allí se detiene algo más, lo suficiente como para concluir que la sociedad es un invento impecable, un invento que funciona a las mil maravillas pero que en su condición inevitable de invento peca en artificiosidad, en intencionalidad, en –y es esta la palabra que más repite- utilitarismo. La sociedad es utilitarista, pero más utilitaristas son los que manejan a este invento. Entonces piensa en Estados Unidos, en la CIA, en la masonería, en la Iglesia Católica y sobretodo en los judíos. Probablemente ahora, lo que escucha Renato es 2+2= 5 porque cae en la cuenta, que nada concuerda con sus planes, con esas sumas perentorias y autómatas que diseñaron sus profesores en la enseñanza básica, esos cálculos felices de prosperidad, de justicia. Oh, que grandes metarelatos, que podridas mentiras y se le viene a la cabeza Pierre Grimal, quien nada tiene que ver con Radiohead y menos con Renato. Pierre Grimal, historiador francés especialista en historia de Roma, es simplemente un nombre que ha entrado en la vida de Renato del modo en que entra la mayoría de los nombres que Renato memoriza o que, como en esta ocasión, vienen sin explicación alguna, como si dijéramos, Renato vagara en los límites de la razón. La libertad, sí, eso es. La libertad recuerda Renato, Pierre Grimal y los extravíos de la libertad. Historias en que Julio César u Octavio, o Mario y Sila, empuñan esa bandera sagrada que es la libertad y tras ella arrastran a miles de hombres y porqué no, a miles de mujeres y niños, y todos sin excepción van desfalleciendo (lo que es una forma elegante de decir, muriendo o descomponiéndose) por la libertad. Renato piensa en la libertad, de eso no cabe duda. Pero luego terminará de pensar en la libertad, quiero decir, tendrá que hacerlo, a fuerza mayor. Es posible que alguien lo distraiga, quizás su madre entrando de improviso a la habitación o quizá sus audífonos trasmitiendo gritos y guitarras que nada tienen que ver con la libertad, o en el mejor de los casos, sencillamente el sueño. Renato durmiéndose sobre su cama, como en los viejos tiempos, escuchando a Radiohead y sin pensar en nada. Ni siquiera en la libertad.

martes, 2 de diciembre de 2008

Crimen y castigo

En las primeras páginas:
" -¿Por qué no presto mis servicios, caballero? -agregó Marmeladov, dirigiéndose exclusivamente a Raskolnikov, como si la pregunta se la hubiera hecho éste-. ¿Por qué no presto mis servicios? Pero ¿es que mi inutilidad no es una pena para mi? Cuando hace un mes, el señor Lebeziatnikov le pegó delante de mi a mi mujer, ¿no sufría yo acaso? Permítame, joven, ¿se le ha ocurrido..., ¡ejem!, se la ha ocurrido alguna vez pedir prestado sin esperanza?
-Sí; es decir, ¿qué quiere decir usted con esas palabras: "sin esperanza"?
-Quiero decir, sabiendo por adelantado que no va conseguir nada. "