sábado, 30 de octubre de 2010

Hace tiempo.

La cabeza ladeada. Apoyada levemente en el hombro también ladeado. La otra cabeza,o propiamente lo que solemos denominar cara o rostro, mirando hacia abajo; están las cuerdas y el mástil, la guitarra clavándose en el costado de la imagen (El clavijero sale y me quiebra una costilla). Él cierra los ojos: quizás solo pestañea. Ella los junta, levemente, como acariciándose los parados con los párpados. Antes no había nada, ni risas ni penas ni gloria ni derrotas. Se ve sobre una mesa de mantel cuadriculado (blanco y verde) una botella, es una cerveza barata a medio consumir. El fondo es tan negro que da miedo, solo un farol a lo lejos desata el nudo que en el fondo es la luz.