A Patricia, inigualable compañera de viaje.
No debes matar a ningún otro hombre,
pues entonces también
te matarán a ti como a un perro.
(enseñanzas en el chiajóus)
El zarpe final. *No debes matar a ningún otro hombre,
pues entonces también
te matarán a ti como a un perro.
(enseñanzas en el chiajóus)
Soy la sombra de la sombra,
Como quien dice (y quien repite): un eco.
Un eco negro
Como bomba.
Soy, la tecla sostenida del piano muerto,
La tecla negra,
La cuerda rota,
El paso lento del allegro
Soy, una voz aguda y afilada
Una culebra de broma
Que salta como liebre
Y caza como fiera
Soy, el último de los yaganes
El ave negra que entra y desentierra,
El paso lento o la balsa hueca,
Digo: el viento y la corriente.
Soy, el imposible del pasado
( toda memoria y todo augurio)
El pulso apenas,
Un pulso verde y un perro blanco.
Una línea fija y sin retorno,
El sólo nombre de mis padres,
La sola espera de mis hijos,
La peste negra y la peste blanca,
La oreja negra y el rifle blanco
el canto negro y el canto blanco
(muy blanco: batas blancas, rucas blancas)
Y veo (porque soy la sombra de la sombra)
Una bandera a media asta,
Un filón yermo y una mano dura,
Y una voz delgada me sonríe.
*A propósito del bellísimo texto de Patricia Stambuk, "El zarpe final, memorias de los últimos yaganes".
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