jueves, 12 de junio de 2008

III

Te he dicho muchas cosas
he añadido nuevas combinaciones
a las ya existentes.
Todo en la caja fuerte
o en la caja de pandora,
donde se deposita no sólo
lo que quedó a Prometeo,
no sólo lo que dejo
Zeus y Pandora.
Te he faltado el respeto
cojiendo por sorpresa a la mentira
mostrándola
y he puesto los puntos
sobre ies que son hiatos,
espacios como las haches
o hachas que cortan en rodajas
bien milimetradas
cada parte de ti y cada parte de mi
Me he resfriado y he estornudado por la mañana
buscando con una mano
pañuelos desechables,
los mismos que tu usaste cuando nos venció el amor
y los mismos que nosotros ocupamos
cuando finjíamos ser de la entente o la triple alianza.
Entonces, acodado sobre un asiento en movimiento
y viendo el vapor pasar
como si fuera una sóla industria
viajando bajo la historia,
pienso en tus ojos
en tu ausencia sin piedad,
en tu lejanía rimando con letanía
y me acuesto imaginariamente sobre los brazos
de cientocincuentaycuatro pasajeros a bordo
de un choque.
Una colisión que me recuerda a los impactos nocturnos
en el Golfo.
La cabeza se revuelve como una caja con despojos,
el celofán, los papeles de regalo, la cinta, los autoadesivos
patinando sobre y dentro el cartón
abren las puertas de mi manicomio.
Leí a Foucault, repasé a Deleuze,
y
hablé con Lewis Carol.
El conejo que juega poker,
las lagrimas que inundan la habitación,
el gato negro de ojos blancos
en su cueva negra con luces blancas,
el día del no cumpleaños
la reina de corazones y el fajo de cartas
bajo tu manga.
La misma historia congelandose a las seis de la mañana
y ahí están mis pies
en su justa medida
contritos por mis zapatillas rotas.
Un cordón desabrochado,
un paso en falso y los cientocincuentamilmillones de hombres
de Mayakovski me miran sobre el asfalto.
¿tu me ves?
ahí estoy tendido de espaldas
con los brazos a punto de despegarse de mi tronco
y viene algo deprisa.
Se encienden luces,
llegan los gritos en sordina
como si se escondieran de ellos mismos
y una sonrisa, Pandora abre la caja
que siempre ha sido mi cabeza
y caen solemnes simulando un viejo truco de magia
cuatro cartas
cuatro catorce de corazones.

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