Movimiento Fuerte/ a propósito del temblor.

Al menos en el mundo de Jonathan Franzen con un temblor de 7.0 grados, suenan violentamente las alarmas de los autos, el tendido eléctrico se vacía en la carretera, los arboles caen, los muros se llenan de surcos y la población aparece varada en medio del desastre. Al menos en la narrativa de Franzen (en las casi quinientas paginas que conforman su ‘movimiento fuerte’) los temblores son terremotos y los terremotos son conspiraciones, y estas, son excusas para anestesiar lo que ni el sacerdote ni el estudio razonado de las relaciones interpersonales pueden mitigar. Al menos en el libro de Jonathan Franzen uno se puede mirar de punta a cabo sin sentir vergüenza, mirarse, pensarse, criticarse y odiar compulsivamente la estabilidad de Santiago, porque es esa estabilidad la que impide la parálisis cuando lo único que queda es ponerle stop a la historia privada. Al menos en los personajes de Jonathan Franzen uno se encuentra odiando a los protagonistas por lo mucho que se nos parecen, y de ese modo, solo en un desenlace como el que arma Franzen es posible deshacer ese temorcito perpetuo que nos llena, con la sola aceptación de lo volátil que resulta pisar tierra firme.