domingo, 25 de marzo de 2012

Las lecciones cotidianas de Karl Popper.

1006498-Karl_PopperKarl Popper escribe sobre política, sobre historia, sobre filosofía, sobre ciencia y muy por encima de todo, sobre la vida.

Leo la responsabilidad de vivir. Leo mientras el codo de alguien pulsa mi costilla y el aire se vuelve tan pesado que no seria extraño que aquella lectura fuera parte de un poema de Bolaño. Justo de esos poemas que tienen lugar en baños públicos mexicanos (donde hay costillas, codos, pechos y un aire que hierve como la sangre en el panteón azteca) . Leo los artículos que comienzan en la pagina 119, aquellos catalogados como “estudios sobre la historia y el conocimiento” y me salto otros probablemente mas relevantes compuestos por una serie de ensayos respecto al rol de la ciencia en la civilización occidental contemporánea. Pero esta bien. Siempre hay que partir por la historia y al final, recalar en la ciencia. Asi al menos, lo plantean los wargames de computador.

¿Qué dice Karl Popper respecto a la historia? Fundamentalmente que su estudio no tiene ningún sentido en si mismo, que cualquier intento de aproximación teleológica al estilo historicista hegeliano esta condenada al fracaso. La historia según Popper es el proceso en que los hombres desarrollan su individualidad en condiciones que frenéticamente propenden a la libertad. Y aquí es donde me surgen mil dudas pues, llegue a Karl Popper por Mario Vargas Llosa y ya todos sabemos cual es la dirección política a la que apunta el Nobel Peruano. Visualizo un apretón de manos entre Llosa y Edwards, y en la trastienda político-literaria a Piñera sonriendo como las aves carroñeras de los dibujos animados. Entonces juzgo sus conclusiones. Que los suizos o los tiroleses sean un ejemplo de progreso humano no cabe duda, pero que el individuo sea la quintaescencia de todo proceso histórico me parece demasiado condescendiente con una ideología burguesa romántica, que por otra parte es la que siempre se usa de fundamento para justificar los arrebatos caníbales del pensamiento neoliberal (es cuando desaparece Vargas Llosa y solo permanece la silueta de nuestro presidente).

Mi subconsciente me obliga a borrar los nexos de Popper con la fauna política derechista, de modo que vuelvo a leer sus artículos con una objetividad casi positivista y me convence. Básicamente son dos o tres las cuestiones que el realismo de Popper me dejan. La primera tiene que ver con la Libertad como un principio de primera importancia en el desarrollo de la historia, pues es solo esa idea la que mueve a millones día a día, y yo claro, soy uno de esos millones que piensa a ratos en imitar a los suizos prehistóricos y privilegiar la montaña por sobre las comodidades del rebaño. Lo segundo tiene que ver con el sentido de la Historia o ¿debería decir “historiografía”?, es decir, con aquella necesidad de encajar las piezas, pero no ya desde una perspectiva materialista-histórica, estructuralista o historicista, sino en el horizonte cívico de aquellos valores y esfuerzos humanos que bregan por constituir una sociedad mejor. Hablo de cargar el plumón en la pizarra y escribir “tolerancia”, “respeto” y “trabajo” como introducción obligada a cualquier clase de historia cuyo trasfondo sea una genealogía del poder.

Finalmente es el hecho de que sean las palabras o ese principio “ilustrado” del cual Popper dice ser subsidiario el que me complace. Leerlo en el metro a las seis de la tarde, me parece una paradoja fundamental de la condición posmoderna. Es aquello de lo que Lyotard o Lipovetsky sugerían para esta temporada postrera, nada mas que buscar lo que sea, desde el yoga hasta sesiones de psicoanálisis para soportar esto que es en definitiva un buen epilogo para la historia de la humanidad.

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