miércoles, 26 de octubre de 2011

Catorce.

pianistaA.-

Un hombre que ve a la mujer de sus sueños entre otras muchas mujeres, parece querer correr, querer alistarse en las filas de los cuentos que lee secretamente al alero de canciones que también, escucha secretamente.

B.-

Un hombre que no es tan hombre sino solo un niño prefiere olvidarlo (olvidarla), pero no puede porque los niños nunca olvidan sus primeras impresiones del todo.

C.-
El hombre-niño o el niño-hombre encuentra en sus mezquinos recursos la forma más adecuada de hacer frente a esa guerra lejana que durara cinco o seis años. Su elemento son las palabras, los personajes y los lugares comunes. No los cliches ni las viejas repeticiones noveladas, sino la vanguardia que decididamente es su objeto de estudio (su sujeto de desesperación)

D.-

El sujeto de desesperación no es masculino, es femenino. Todo se vuelve complejo. El hombre-niño procura cambiar los nombres, utiliza una capucha, lee a Bakunin y al príncipe Kropotkin, hurga en el Persa Bio-Bio buscando libros baratos sobre la anarquía. Pretende encontrar allí la prosa que lo oculte a través del desafío.

E.-

La mujer-sujeto de desesperación deviene en cartas, poemas, tocatas, películas y en una universidad que de pronto es más pequeña de lo que es. Los espacios que antes eran inmensos se topan entre sí, topándose también el hombre-niño y la mujer que poco a poco, va convirtiéndose en mujer-niña, un poco para acercarse a él y otro tanto, para desafiar a la desesperación.

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