martes, 8 de mayo de 2007

Los escritores beatditos


Y suponiendo que uno fuera un gran escritor, un secreto Shakespeare, de la noche acolchada? Realmente, un poema de Baudelaire no compensa su dolor, su dolor (fue Mardou quien finalmente dijo:
hubiera preferido que él fuera dichoso en vez de los poemas desdichados que nos ha dejado -Jack Kerouac- Los subterráneos


En el prólogo realizado por Fernanda Pivano -escritora italiana amiga de Hemingway y autora de un libro de entrevistas realizadas a Charles Bukowski- a la novela “los subterráneos” de Jack Kerouack, se desprende toda una genealogía del término beat aplicado casi universalmente, a toda aquella literatura yonqui, ebria, y contemporáneamente maldita. En síntesis, la autora concluye que ha existido un abuso del concepto, sobre todo por parte de los criticos europeos, que a ultranza, lo han hecho encajar con sus escritores, Camus sería beat, Céline sería beat. Lo cierto -para esta autora- es que este término, es una invención precisamente del autor del libro que ella prologa. Kerouac crea a los beat, pero sin duda, su creación es la del discurso del beat. En cambio, la carne, la materia beat, la esencia escritural de aquella generación de autores desconectados de las normas y sobre todo del espíritu de su época, puede encontrarse en todo tiempo, aunque por la voracidad de su prosa, J.S. Fitzgerald, sería el antecedente más prístino de esta corriente, que de corriente lo único que posee, es precisamente salirse de la corriente.

Leyendo toda su introducción -desarrollada con un gran despliegue de erudición- comencé a preguntarme por el título de la novela de Kerouac. “Los subterráneos” qué quería decir con eso ¿era un fiel reflejo de ese mundo sórdido, extraño y sumamente oculto? O más bien ¿se trataba de toda una mentalidad de topo?. Pensé en el abisal universo creado por Kusturica, en las obras de Jodorowski, en el lado oscuro en el que hurgó Foucault, la veta prohibida de la moralidad en manos de Sade, los martillazos a toda una tradición en Nietzsche, los intersticios vírgenes violados por Cage, Stockenhausen, Messiaen, y en definitiva la prosaica actitud del hombre que duerme sobre las leyes, y vive sobre las prisiones de otros. Porque se trata de vivir sobre, y no bajo. Entonces, se es subterráneo porque se está abajo de un montón de discursividades, convencionalidades y estupideces infundadas -en realidad muy bien fundadas-, pero se es inquilino de los más grandes rascacielos, porque en suma, todo lo que viene de la formalidad, o del derecho -el formal, no el positivo- se pisotea.


Me pareció que el beat, el subterráneo, en realidad no era tan anónimo, ni menos el personaje sibilino, del que muchos, profitan. El subterráneo, me parece, no es Baudelaire, ni Verlaine, ni Rimbaud, ni Mallarmé, ni Poe, ah, y menos Lovecraft. Esos, son llorones.
Y claro, ellos, los franceses son buenos poetas, tienen esa delicadeza tan poco común en el carácter europeo, que en verdad, impresiona. Y a los literatos eso les fascina mucho. En el jugador de Dostoievski, los personajes más nobles son franceses, y uno de los protagonistas resulta ser un fino francés recalcitrante en modales, que termina por hastiar a varios rusos, que además, veían en Francia el epicentro de los buenos modales. Sin embargo, hasta el momento, lo más llamativo lo he leído en la España Tétrica de Balzac. La novela transcurre en la España de comienzos del XIX, invadida, humillada y sobretodo, descuartizada por el borrachín de Pepe Botella. Francia, haciendo y deshaciendo con España. Pero bueno... Sucede que Balzac hace confluir al carácter español con el francés, y finalmente los galos, son los más cordiales, bien educados y en resumidas cuentas maricas. Creo que así lo hubiese planteado Kerouac. ¡Y Proust! Qué es Swann sino un decoroso intelectual paranoico y amante de las artes. Vive en los salones, en la opera, en las reuniones con las viejas septuagenarias amantes de los cahuines citadinos. Pero el colmo es Camus, que si bien es un excelente escritor, es el más exagerado de los “existencialistas”, tanto, que en su planteamiento llega a parecer existenciario, o sea, un tipo que a partir de lo cotidiano ( de un perro horrible, unas vacaciones en la playa, un impasse con unos tipos ) reformula toda su existencia, y es más, se rinde ante ella.


Pero estos, los franceses, son los moldeadores -hoy por hoy- de las escuelas de literatura más populares, no las más importantes, sólo, las más abusadas. Es cosa de irse a meter a un bar y leer las murallas. Por lo menos, encontrarás un poema de Baudelaire. Todos hablan de Baudelaire y lo disfrutan tanto, o tal vez, lo sufren tanto, o quizás, lo citan tanto, o seguramente, lo destruyen tanto. Sobre todo eso último.

El tipo era marica y todo, pero era un buen escritor, como todos estos que ya cité. Y obvio, no es porque crea que son buenos, soy nadie, pero Bolaño lo ha dicho y eso, basta y sobra.


¿Por qué hablo de escritores cada vez que menciono algo? Porque me llaman la atención; sus vidas sufridas, sus embates con el papel y la tinta, sus experiencias adornadas con la imaginación. Me encanta la doble vida de los escritores; ese ser que vive, pero piensa otra cosa al mismo tiempo. El personaje desnaturalizado que va y viene, que busca incesantemente su vida en otras vida, lo privado, en otros cuartos. Y crea hijos, remanentes de lo que podría haber sido, de lo que no se vive, pero perfectamente podría vivirse. Como un dios o quizás más grande que un Dios, pues existe a ciencia cierta, el escritor -y sobre todo el beat- no llora a diestra y siniestra, el subterráneo -el que está en lo alto- toma las nubes y las moldea como algodones. A veces, utiliza marihuana como Burroughs y otras, Alcohol como Bukowski. Y así salen los fuegos artificiales desde la ventana más cercana a la máquina de escribir. No es dadaismo, ni surrealismo, menos, la desconexión total de las formas con su fondo, es más bien, la mente desarticulando al discurso mismo. Se trata de ese lenguaje extranjero al interior de otro lenguaje. Olvidemos las “o”, tratem s de hacerl , es , es l , que hacen l s beat y quienes l grar n ver en el lenguaje, el arma más peligr sa hasta ah ra inventada. Que vuelva la o.

Creo que esta vida esta manipulada de cabo a cabo por tentaculos invisibles, ideológicos. Althusser lo descubrió, es el Estado el que nos tiene cojidos hasta por los ojos ¿y qué es el Estado, sino una grandísima invención cuyo fundamento, es sólo tenernos cojidos por los ojos? . Entonces, hay que esconderse, cavar un tremendo pozo para vivir como los eslavos de Kusturica, pero a la vez, mirar desde arriba y prestar mucha atención a las invenciones de unos cuantos. Ahora, esto de vivir así, plantea un riesgo sumamente delicado. Te conviertes en un llorón empedernido como Baudelaire, o te caes en otro mundo, que de igual forma terminará por fulminarte.


La tarea aun está inconclusa, la felicidad nos espera y hay que safarse urgentemente de la tristeza. Y ésta, no es una decisión que tenga que ver con el azar. Sólo se trata de cerrar los ojos, y por mientras, vivir bajo tierra o en una caverna, para no creer en las sombras, del modo en que creyeron los personajes de la famosa alegoría platónica. La realidad tiene muchas trampas, pero no es justo sentarse a llorar, hay que saber vivir entremedio de ellas, esquivarlas, burlarlas, pisotearlas, desde abajo como un topo, pero siempre, sintiéndose sobre ellas.




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