sábado, 20 de marzo de 2010

Sir Charles Atkins y su desafortunada travesía en el Zambeze


Estaba escribiendo un cuento de un antropólogo británico que como Livingstone, se perdía en las cercanías del Zambeze cuando sentí que no tenía claro como seguiría la historia. Me paré del escritorio, tomé agua, lavé y me comí un durazno, y me volví a sentar frente a mi cuaderno azul. Intenté seguir escribiendo, pero sin resultados. Me volví a parar y esta vez me fui a lavar los dientes. El sabor del durazno era más intenso de lo que creía y de haber continuado en mi boca, solo habría conseguido llevarme a comer una docena de ellos. Cuando regresé, ya con mi boca con gusto a pasta de dientes intenté retomar el relato de Sir Charles Atkins, el viejo antropólogo perdido en medio de África. Pero no pude y lo único que conseguí fue acordarme de ella, del olor de su pelo, de sus ojos y de todo lo que podríamos estar haciendo en Viña del Mar, que para casos de extravíos y posteriores encuentros, es el mejor lugar para perderse.

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