martes, 20 de octubre de 2009

Estatuas de sal


No sé bien en qué consiste la espera, cuando en ella, lo único que existe es la ficción de estar a un lado y luego al otro. Eso de mirar y ser mirado por igual desde el mismo lugar. Hablo de la espera como un desdoblamiento que surge de la necesidad de mirarse el ombligo mientas la cabeza está profundamente perdida, creando estrategias que tienen que ver con la invención. Con la elaboración de máquinas perfectas que dan respuestas a las macizas cuestiones que el cerebro no encuentra. Los reflejos. Estos solo atinan a crear la maquinaria alma-corazón, que según ha quedado demostrado, miente, esconde y salvaguarda al verdadero dolor, ese que transita de un sitio a otro mientras esperamos a que todo siga, como si hubiésemos olvidado el agua o simplemente llegado al desierto con la clara convicción de hacernos polvo.

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