martes, 16 de diciembre de 2008

Los extravíos de la Libertad



"Fue como una película" parece haber desplazado el modo como los sobrevivientes de una catástrofe solían expresar su nula asimilación a corto plazo de lo que acababan de sufrir: "fue como un sueño." Susan Sontag



















En este relato, Renato, el protagonista, está acodado sobre una almohada de su cama sin hacer nada. Escucha a Radiohead (eso es importante, tanto que si no fuera por ello, no habría nada; ni historia ni personajes desencajados) y al paso que va el reloj, él terminará escuchando Radiohead todo el día, todo lo que le queda de día. Ahora, digamos que escucha Bullet Proof, pero lo cierto es que podría ser Nice Dream o The bends. ¿En qué piensa Renato? Primero piensa en la cultura, brevemente por cierto. Luego piensa en la sociedad y allí se detiene algo más, lo suficiente como para concluir que la sociedad es un invento impecable, un invento que funciona a las mil maravillas pero que en su condición inevitable de invento peca en artificiosidad, en intencionalidad, en –y es esta la palabra que más repite- utilitarismo. La sociedad es utilitarista, pero más utilitaristas son los que manejan a este invento. Entonces piensa en Estados Unidos, en la CIA, en la masonería, en la Iglesia Católica y sobretodo en los judíos. Probablemente ahora, lo que escucha Renato es 2+2= 5 porque cae en la cuenta, que nada concuerda con sus planes, con esas sumas perentorias y autómatas que diseñaron sus profesores en la enseñanza básica, esos cálculos felices de prosperidad, de justicia. Oh, que grandes metarelatos, que podridas mentiras y se le viene a la cabeza Pierre Grimal, quien nada tiene que ver con Radiohead y menos con Renato. Pierre Grimal, historiador francés especialista en historia de Roma, es simplemente un nombre que ha entrado en la vida de Renato del modo en que entra la mayoría de los nombres que Renato memoriza o que, como en esta ocasión, vienen sin explicación alguna, como si dijéramos, Renato vagara en los límites de la razón. La libertad, sí, eso es. La libertad recuerda Renato, Pierre Grimal y los extravíos de la libertad. Historias en que Julio César u Octavio, o Mario y Sila, empuñan esa bandera sagrada que es la libertad y tras ella arrastran a miles de hombres y porqué no, a miles de mujeres y niños, y todos sin excepción van desfalleciendo (lo que es una forma elegante de decir, muriendo o descomponiéndose) por la libertad. Renato piensa en la libertad, de eso no cabe duda. Pero luego terminará de pensar en la libertad, quiero decir, tendrá que hacerlo, a fuerza mayor. Es posible que alguien lo distraiga, quizás su madre entrando de improviso a la habitación o quizá sus audífonos trasmitiendo gritos y guitarras que nada tienen que ver con la libertad, o en el mejor de los casos, sencillamente el sueño. Renato durmiéndose sobre su cama, como en los viejos tiempos, escuchando a Radiohead y sin pensar en nada. Ni siquiera en la libertad.

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