miércoles, 10 de octubre de 2007

No me dejes sin ti.


Te espero, me desespero, soy un loco, uno redomado, redomado para loco claro jamás para sano. Y me ubico, me trato de encontrar ay por dios que complicado, dónde estoy, en qué lugar, ¿en este lugar? No, no me mientas ese es un viejo chisme, la cara azul del ocultismo. El ocultismo también tiene caras, porque si la luna tiene caras y se oculta, como no las va tener el ocultismo. Me quemo y ardo, tanto como un fardo o cien fanegas de trigo en temporadas de sobreexplotación. Escucha, así son las leyes del mercado: la abundancia engendra desvalorización en las divisas. Deflación le llaman mientras matan reces como enfermos y el vino cae en sus mismas tinajas. Qué locura más grande, qué ansiedad más tremenda. Mírame aquí están mis ojos desorbitados como los anillos de Júpiter que dibuje alrededor de Marte, soy yo, yo y mi imaginación desflorada. Un encierro baldío. Un laberinto de diez minotauros y una Ariadna gritando como una histérica. Stephen Dedalus frente a la costa de Irlanda y Joyce, ¿dónde está ese señor que complica la existencia, dónde estás James Joyce?. Con Joseph Conrad me responde no sé quien, un no se quien que a todas luces es un tu sabes muy bien quien o tu no te hagas el huevón que te parto la cara a combos. Joyce y Conrad sobre un barco. Sobre el Egeo, ay qué fue del Pobre Rey Egeo padre del asesino de Minos, soberano suicida que se entierra en el mar, un mar histérico como los gritos de Ariadna. Te espero, me desespero, ayúdame a encontrar el adjetivo justo más allá de las palabras que son a toda vista, los símbolos menos apropiados para la ansiedad. La palabra ansiedad termina en edad, seguramente porque el tiempo se extiende como un línea cronológica que va desde Ur de los Caldeos hasta la tercera guerra mundial, esa llena de oriflamas invisibles donde todos son santos y patronos de un orden más o menos acabado en Batavia. O en el Ganges. Quiero decir y espero ser claro, un orden muerto en aguas muertas, un orden sepultado con los muertos, un orden que siga las secuencias de los ragas, de las alocuciones carnáticas o ese exquisito puente indefinible del Samsara. Reencarnación de muertos. Primera duda. ¿era Foucault, Derridas, Deleuze o Wolfson quien recomendaba escribir sin parar y dejar que las escrituras sean como siempre lo han sido, independientes del dominio de la razón, o para ser más claro y descontructivista, patronas de la razón? ¿eran ellos o era Beckett? . De cualquier forma soy yo quien se descontruye y los binarismos, las estructuras, los círculos epistolares entre lenguaje y razón, quedan como ornamentos de este manicomio fabuloso metido en un loco. El loco encierra al manicomio. Las cosas se invierten porque así han sido los juegos. Pasamos de una época cosmológica a una realista de una realista a una idealista de una idealista a una metafísica de una metafisica a una religiosa de una religiosa a una universalista de una universalista a una racionalista de una racionalista a una empiricista de una empiricista a una empiriocriticista de una empiriocriticista a una naturalista a una positivista de una positivista a una historicista de una historicista a una estructuralista de una estructuralista a una neo positivista de una neo positivista a una neo estructuralista de una neo estructuralista a una posmodernista de una posmodernista a una posmodernista de una posmodernista a una posmodernista de una posmodernista a una posmodernista y asi hasta el infinito, considerando que el infinito no es ninguna de esas ideas, sino sólo y absoluto infinito indefinible e inasible. Pero capitulo. ¿dónde quedó el humanismo? . No sé. No me interesa el humanismo ni el ser humano en su larga y angosta faja de cuerpo, como Chile, porque pensándolo bien el ser humano es Chile, del mismo modo que el Mitclan es Mexico, el Averno Italia, el Infierno Israel e Israel está en todas partes.
Lo ves, las ideas se me cruzan y me transforman en un energúmeno peregrino, un miembro del clero regular más obtuso. Yo abad de Clunny, yo Abad de Aviñon, yo abad de cada uno de los claustros donde se encierra la memoria embelesada en sus mentiras esencialistas. Miento: la memoria encierra a la abadía. Por aquí desfilan los santos, toda la hagiografía, no sólo la de los cristianos apostólicos y romanos, sino también la de los cristianos ortodoxos, los hijos de San Pablo, los ermitaños de San Antonio y San Pacomio, los putos y maniáticos de la Iglesia en 1054 (los mismos de Humberto Eco) , los obispos del antipapa francés, los apostatas como Juliano hijo de Constantino, hijo del Edicto de Milán, hijo de la fe, esos que finalmente reniegan sólo para seguir hablando de religión. Como loco, como demente, como enfermo, como trastornado, como desesperado, como ansioso, como victima de un sentimiento que no es de este mundo, como prole de perros y lobos confundiendo los mil faroles de Santiago de Chile, con la Luna roja de Reykjavik en Islandia. Así te espero.

1 comentario:

Paty dijo...

no te creeré yo esas ultimas palabras, cuando hace poco mas de un año así lo comenzaba a sentir... una espera eterna.
hasta que ese famoso 14 hizo de esa espera su final.

y ya no quiero esperar, porque en el intento me des-espero (me salgo de la espera con ansiedad) y sólo quiero llegar al punto de enrojecer nuestros rostros con la luna altiva, o tal vez ver como la luna se enrojece cuando nos vé juntos (muy muy juntos, casi imperceptibles las dos almas)
la luna roja y el mar negro
como en Finlandia, según Fuguet.
ese recuerdo de la lunacuyo momento duró 20 minutos, y se convirtió en un recuerdo de toda la vida

te amo
y gracias por tu espera